Hace un montón de años el Uruguay además de ganar campeonatos mundiales y exportar artistas como Gardel o Torres García, también exportaba textiles con que se vendían en las tiendas más paquetas de Europa.
Todo ese desarrollo industrial ocurrió por un montón de cuestiones geopolíticas que no importa profundizar acá, pero que generaron que el Uruguay de las primeras décadas del siglo XX lograra tener una Industria Textil pujante, con fábricas de hasta 3000 empleados como es el caso de la Campomar y Soulas.
Todo eso ya es historia, Uruguay no ha vuelto a ser campeón del Mundo, Gardel la quedó en Medellín y una a una todas estas grandes textiles Uruguayas también fueron muriendo, incluida la Campomar y Soulas, que a pesar de cerrar como tal, siguió funcionando un tiempo más como cooperativa.
Esta cooperativa finalmente anunció su cierre definitivo el 31/01/2018 y al mes nos llegó el dato que estaban liquidando los stocks de su última producción y así fue que una madrugada de marzo nos largamos rumbo Juan Lacaze.
No sabíamos con qué nos íbamos a encontrar ni si nos iban a recibir, pero el plan era ir y al menos conocer la fábrica y de última si quedaba algo comprar. Eso y volver antes del mediodía a Montevideo porque esa era la hora de entrada de nuestros laburos Pre Denali.
Llegamos allá y nos recibió Mirtha que es ex trabajadora de la fábrica y una de las personas que estaba ayudando a la cooperativa con el cierre. Nos mostró todos galpones mientras contaba historias tratando que dimensionáramos lo que fue ese monstruo en vida: 62 mil metros cuadrados habitados las 24 horas por tres mil empleados divididos en tres turnos de 8 horas.
Al entrar al salón de muestras empezaron a sacar rollos de tela. Nunca en ninguna casa de tela de Montevideo vimos tejidos similares ni calidades parecidas. Nuestra sensación eran una mezcla de orgullo por ver esas gemas nacionales y bronca por llegar 70 años tarde.
Compramos todo lo que pudimos -que era poco- y con eso hicimos una partida de camperas de tartán con diseños únicos y una calidad de la gran puta que agotamos al toque. Todos los inviernos nos preguntan si las vamos a reeditar y la respuesta siempre es la misma: ojalá que sí pero no, la fábrica cerró y no logramos conseguir ni en Argentina telas similares. Y ahí ellos se lamentan por no haber comprado en su momento y nosotros también por no habernos quedado con algunas de recuerdo.
Resulta que hace menos de un mes un amigo que sabe un montonazo sobre telas nos comentó que sabía de un lugar que podía quedar un pequeño stock de estas joyas y en seguida fuimos a averiguar. Preguntamos si había y había. No dudamos, nos llevamos todo lo que podíamos usar.
En dos semanas hicimos moldes, muestras y mandamos a producir camisas y camperas. Las camisas salen a la venta hoy y las camperas la semana que viene.
“Comprar los mejores ingredientes posibles y luego tratar de no cagarlos” reza uno de los mantras de los cocineros. Bueno, con estos casimires procuramos algo parecido, la misión es honrar los materiales y tratar de no errar el gol abajo del arco.
El resultado está a la vista y quedará a juicio cada uno de ustedes, pero nosotros estamos locos de la vida de poder volver a ofrecerles un pedacito de un Uruguay que ya no existe.